Lavamos bien un boniato zanahoria y uno común.
Los cortamos bien finos, con cáscara (si es con mandolina mejor, ¡pero cuidado con los dedos!).
Mientras tanto, calentamos abundante aceite para freír en una sartén, olla o wok. El truco para que nos salgan crocantes y sequitos es prestarle mucha atención a la fritura. Vamos a calentar el aceite a fuego fuerte durante algunos minutos, pero cuando esté bien caliente bajamos el fuego al mínimo; allí echamos las láminas de boniato, pocas a la vez, y las vamos a freír hasta que pierdan toda la humedad, pero sin dorarse mucho para que no tomen gusto amargo. Eso es cuando los movemos con una espumadera en el aceite y ya no salgan más burbujitas de nuestros boniatos o del vegetal que hayan elegido.